"Resuena El Trombón de Cristo, No Temáis, Que Existe Un Hogar Eterno"
"La llamada del Espíritu de Dios a Sus hijos universales"
Primera parte
El Espíritu de Cristo manifestó:
«Mi paz fluye hacia este mundo, la luz de la paz irradia a los núcleos crísticos. Hijos míos, en Mi comunidad, dejad que vuestros corazones palpiten incrementadamente en la comunidad interna. Dios, el Padre de todos nosotros, no abandona a ningún hombre, a ningún alma.
Él me envió a Mí, Su hijo, para que os trajera la fuerza de la redención luz que os ilumina en el camino hacia Él.
Hijos míos, la vida terrenal sigue su camino, lo espiritual es eterno. El que sea de la verdad, en verdad vive en Mí, lo temporal es para él sólo una escuela para experimentar en sí la gran totalidad, la existencia eterna.
Hijos Míos, así mirad hacia este mundo, reconoced las tendencias y aspiraciones de todos aquellos que en la materia ven su hogar, su existencia. Fijaos en aquellos que están llenos de temor, que temen a las cosas que ellos no pueden captar y no pueden experimentar. Estas personas llenas de temor son las que viven en el mundo y desean aferrarse a lo temporal, pero cuanto más lo sujetan más rápidamente lo pierden. Ellos son los que celebran cada vez más lo exterior, que se atienen sólo al comercio y por lo tanto a lo material.
En verdad vuestros medios están llenos con lo que el hombre mundano ha alcanzado y desea alcanzar. Grande es aquel que construye un puente poderoso sobre un gran río, el que lo edifica para que cientos y miles y más vehículos terrenales pasen por encima del mismo.
Oh reconoced, el hombre puede levantar puentes por encima del gran río, pero el puente hacia la eterna corriente de Dios no lo construye. Él va en su vehículo terrenal, pero su propio vehículo, la función del hombre, no la investiga. El hombre tiene máquinas rápidas, pero la omnipresencia del Espíritu no la reconoce. El hombre explora las bacterias y los virus perjudiciales, pero sus propios pensamientos nocivos y negativos, el efecto de los mismos, no los investiga.
«Mi paz fluye hacia este mundo, la luz de la paz irradia a los núcleos crísticos. Hijos míos, en Mi comunidad, dejad que vuestros corazones palpiten incrementadamente en la comunidad interna. Dios, el Padre de todos nosotros, no abandona a ningún hombre, a ningún alma.
Él me envió a Mí, Su hijo, para que os trajera la fuerza de la redención luz que os ilumina en el camino hacia Él.
Hijos míos, la vida terrenal sigue su camino, lo espiritual es eterno. El que sea de la verdad, en verdad vive en Mí, lo temporal es para él sólo una escuela para experimentar en sí la gran totalidad, la existencia eterna.
Hijos Míos, así mirad hacia este mundo, reconoced las tendencias y aspiraciones de todos aquellos que en la materia ven su hogar, su existencia. Fijaos en aquellos que están llenos de temor, que temen a las cosas que ellos no pueden captar y no pueden experimentar. Estas personas llenas de temor son las que viven en el mundo y desean aferrarse a lo temporal, pero cuanto más lo sujetan más rápidamente lo pierden. Ellos son los que celebran cada vez más lo exterior, que se atienen sólo al comercio y por lo tanto a lo material.
En verdad vuestros medios están llenos con lo que el hombre mundano ha alcanzado y desea alcanzar. Grande es aquel que construye un puente poderoso sobre un gran río, el que lo edifica para que cientos y miles y más vehículos terrenales pasen por encima del mismo.
Oh reconoced, el hombre puede levantar puentes por encima del gran río, pero el puente hacia la eterna corriente de Dios no lo construye. Él va en su vehículo terrenal, pero su propio vehículo, la función del hombre, no la investiga. El hombre tiene máquinas rápidas, pero la omnipresencia del Espíritu no la reconoce. El hombre explora las bacterias y los virus perjudiciales, pero sus propios pensamientos nocivos y negativos, el efecto de los mismos, no los investiga.
Continúa...
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